En realidad no me cansé de ti, me cansé de no poder tenerte, que es muy distinto.








Me cansé de mí, de mis pensamientos, me cansé de llorar para sentirme bien, me cansé de pensar que vendrán tiempos mejores, me canse de sonreír y decir estoy bien. Me cansé de poner el mismo CD cada vez que pienso en ti, me cansé de tener que ser yo la que inicia la conversación, me cansé de preguntarte qué te pasa, me cansé de tu indiferencia, de tu rechazo. Me cansé de caminar por las mismas calles; la misma gente; la misma rutina. Me cansé de mi ropa, de mis complejos, me cansé de llorar, de pensar, de sentir, me cansé de arruinar todo, de no iniciar nada. Sí, me cansé de todo lo que me rodea, pero es cuando me canso de mí cuando empiezo todo de cero. Aprendí con el paso del tiempo a convivir con mi propio hartazgo, a remar contra mi rutina, a luchar contra mis miedos y a evitar los errores. Hoy puedo estar harta de mí misma, pero siempre te estaré observando. Porque aunque me canse de mí, aún no he encontrado la fórmula para cansarme de ti.

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